El azul de Prusia es un pigmento muy inestable, dependiendo de la presión las capas se impone en una mezcla. De esta manera cuando va mezclado, aunque lleguemos a otro color, este pigmento emite sus propios latidos. Lo he incorporado en una pequeña dosis para el fondo porque me interesa esa fuerza interior.
Las flores y el azul deben remitir al concepto de nostalgia; si fuera un olor serían esas flores, si fuera un color sería ese azul. Las flores me han permitido pasar de azules a rosas, de la melancolía a la nostalgia. También está la delicadeza del busto; es una delicadeza de heroína romántica, que es la suma de belleza y fragilidad. La forma circular representa el medallón; los amantes de siglos pasados miraban la foto de su amada cuando ésta estaba lejos; medallitas de forma ovalada con una puerta giratoria, para que el amante al abrirla pudiera evadirse, como si el acto de enamorarse apasionadamente estuviese significado por esa imagen protegida.
Tapies dijo que sus cuadros no transmitían un mensaje, sino que eran el mensaje. Esa relación entre el significado y el significante, en cierto modo y en clave romántica, es muy poderosa en esos medallones. Con un sencillo mecanismo giratorio, el observador pasa de mirar a contemplar, de vivir a soñar, de amar a idealizar. El boceto inicial tenía esa forma ovalada pero evolucionó hasta convertirse en un círculo, el concepto está implícito. El busto original responde a una belleza ideal, a un canon, probablemente y según diversas fuentes ninguna mujer en concreto fue la modelo, por lo que adquiere un carácter atemporal, colectivo y monumental.
Helena. Acrílico sobre lienzo, 71 x 70 cm. 2015
